El porqué de las naranjas. Mecánica del caos

Ricardo Cases

Del 25 de Septiembre  al 27 de Noviembre de 2020

 

He vist un riu a París

aprop de sa torre gris

he vist un paraigües esqueixat

tots es mecanismes

 

Antònia Font

 

A primera vista, aquí y ahora, uno pensaría que la realidad es un devenir caótico y anárquico. Un desastre sin pies ni cabeza, ilógico e imprevisible. Si existe una lógica, se esconde tras una capa de banalidad tan gruesa que la hace invisible. Sin embargo, en algunos instantes puntuales, la vida se descuida y se revela; el autómata muestra sus entrañas y deja fugazmente en evidencia su mecanismo, la lógica del caos que nos lo explica todo. 

En este trabajo, El porqué de las naranjas (2014), Ricardo Cases no documenta los síntomas superficiales de la realidad, sino que muestra lo no visible, lo mecánico. Desde su entorno más inmediato, la fértil región del Levante, el fotógrafo desvela los momentos efímeros que de otro modo pasarían desapercibidos. En la calle, se propone hacer visibles las leyes que regulan el universo, tratando de cazar las partículas elementales como si fuese un físico nuclear intentando identificar el bosón de Higgs. Cases emplea el paisaje a la manera de un laboratorio, un lugar en el que estos mecanismos se pueden manifestar libremente. El porqué de las naranjas no es por tanto, literalmente, un retrato del Levante. Es un retrato del espíritu del Levante y por extensión del espíritu de la España de hoy.

Luis López Navarro

 

 

 

El Levante de Ricardo Cases es un universo hecho de luz, sorpresa, precariedad y caos. Un país sin reglas, inestable, fascinante y alucinatorio que de algún modo condensa el espíritu de la España contemporánea. 

Ricardo Cases (Orihuela, 1971) es una de las cabezas de puente de la renovación que ha colocado a España en los mapas de la fotografía contemporánea mundial con el cambio de siglo. Curtido en el fotoperiodismo, su contacto con el colectivo Blankpaper a mediados de la década del 2000 y la pasión compartida y retroalimentada por la fotografía prendieron la llama de una catarata de creación libérrima. Desde sus trabajos iniciales, su personalísima obra está llena de radicalidad, de vitalidad y humor, e impregnada de una mirada antropológica y en última instancia tierna hacia sus sujetos, siempre involuntarios representantes de lo español. Fotógrafo intuitivo, fue puliendo sus procedimientos hasta lograr adelantarse a sí mismo y acabar cazando verdades que quizás tardaría luego meses en descifrar. Su obra más reciente vuela más alto, sofisticando su lenguaje y asumiendo muchos más riesgos artísticos pero sin perder nunca el fondo lúdico, la capacidad de asombro y el entusiasmo por la fotografía (y la vida en su sentido más amplio) entendida como un juego. 

En todos estos años de trabajo, su fascinación crítica pero sincera por lo ibérico ha ido creando, en el laboratorio a escala que constituye la huerta levantina, un imaginario complejo que contiene las claves de España, pero sobre todo las claves de lo español.

En 2017 fue galardonado con el premio de Cultura de la Comunidad de Madrid, realizando al año siguiente una extensa muestra de su obra que reunió los trabajos Paloma al airePodría haberse evitadoEstudio elemental del LevanteSol El porqué de las naranjas, y que constituye un poderoso corpus simbólico que configura el universo del Levante como un lugar colorido, anárquico, salvaje y desconcertante. Y, sin embargo, absolutamente reconocible para cualquier español. 

Bienvenidos a este inquietante País de las Maravillas.